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River juega en el Kempes: ¿Por qué el Matador no entró a la historia grande millonaria?

Figura clave en la primera estrella de la selección en Argentina 1978, su paso por Núñez en 1981 fue positivo: salió campeón, hizo el gol del título y marcó dos goles en el superclásico, y sin embargo no está entre los principales ídolos del club. Fue contratado para contrarrestar la llegada de Maradona a Boca.

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Por Andrés Burgo
Kempes River

River enfrentará hoy a Banfield en búsqueda de su cuarta final de la historia ante Boca en el estadio cordobés cuyo nombre rinde tributo a un gigante del fútbol argentino, Mario Alberto Kempes, el goleador del Mundial 1978 y la principal o una de las principales caras de la primera estrella de la selección, pero cuyo paso por el club de Núñez paradójicamente suele ser olvidado o carece de la fuerza que su apellido desprende.

Vigente campeón del mundo desde Argentina 1978, Kempes llegó a Núñez en marzo de 1981 para contrarrestar el reciente arribo de Diego Maradona a Boca y nadie podría decir que le fue mal: convirtió dos goles en el superclásico, salió campeón del torneo argentino, anotó el gol de la final y para sus hinchas supone un orgullo que semejante jugador se haya puesto la camiseta del club pero, aún así, estuvo lejos de iniciar un romance duradero y de llegar a los primeros puestos de los ídolos de River.

Maradona Kempes
Maradona Kempes

Kempes jugó 33 partidos y convirtió 16 goles con la banda roja entre marzo de 1981 y febrero de 1982, un estadía poco extensa –pero similar a la de Maradona en Boca- que se vio reflejado en el título del capítulo dedicado a su paso por River en su autobiografía: se llama “Millonario por un ratito”. Allí, el cordobés sintetiza la razón para su llegada: “Gracias a Diego, tuve la oportunidad de volver a jugar en la Argentina. Para contrarrestar la explosión mediática que significó la llegada de Maradona a Boca a principios de 1981, el presidente de River, Rafael Aragón Cabrera, se comunicó conmigo en febrero y me propuso que me incorporara. Quería ganar la Copa Libertadores”.

El Matador había sido el único de los 22 campeones del mundo en 1978 que jugaba en el exterior, en el Valencia. Anteriormente, entre 1972 y 1976, había comenzado en Instituto y se había consolidado en Rosario Central. Sin embargo, cuando el Matador volvió a nuestro fútbol, con apenas 26 años –había cumplido 24 en pleno Mundial-, su plenitud ya había pasado. En las cinco temporadas que estuvo en el Valencia, de 1976 a marzo de 1981, consiguió tres títulos, una Copa del Rey, una Recopa de Europa y una Supercopa Europea, y fue tres veces goleador, dos de la liga española y una de la Recopa europea, pero en los últimos meses de 1980 había entrado en cortocircuito con el club valenciano. Cuando llegó a River, dijo que quería recuperar el nivel que había alcanzado en el Mundial 78 y que jugar en el torneo local le serviría de preparación para España 1982. El Monumental, en cierta forma, ya había sido su casa, testigo de su gran tarde, la del 3 a 1 a Holanda en la final.

Su llegada, el jueves 12 de marzo de 1981, fue cinematográfica: no sólo lo recibieron decenas de hinchas de River en el aeropuerto sino que Aragón Cabrera le había vendido una extraña entrevista exclusiva al periodista televisivo Juan Alberto Mateyco, un viaje en helicóptero entre Ezeiza y Núñez, por lo que Kempes aterrizó literalmente en el círculo central del Monumental. River debía pagarle 3.500.000 dólares al Valencia en largas cuotas, por lo que el club empezó una campaña recaudatoria en diarios y el cartel electrónico del estadio durante los días de partido: “Señor asociado de River, compre a Kempes y véalo jugar desde su platea”.

Kempes River
Kempes River

Kempes se sumaba a un plantel estelar, en el que había otros seis jugadores campeones del mundo –Ubaldo Fillol, Daniel Passarella, Norberto Alonso, Alberto Tarantini, Oscar Ortiz y René Houseman, que había debutado en el partido anterior, ante Estudiantes-. Apenas tres días después de su llegada, el domingo 15, vistió la 10 –el mismo número que en el Mundial- y tuvo un debut magnífico, con dos goles, uno de penal, para el 4 a 0 a Colón en un Monumental repleto. Pero el resto del primer semestre no sería bueno: River perdió 3 a 0 en la Bombonera, la noche del gol de Maradona eludiendo a Fillol sobre el barro, y Boca se escapó muy rápido hacia el título del Metropolitano 1981. Kempes haría un gol en la revancha del superclásico, 1 a 1 en el Monumental, pero el equipo sumó dos fracasos en la primera parte del año: terminó cuarto en el Metro, detrás del campeón Boca, y no pasó la primera fase de la Copa Libertadores, eliminado en el Monumental por el Deportivo Cali.

Kempes River

Entonces Aragón Cabrera tomó una decisión que enrareció el clima en River: echó a Ángel Labruna, más que el técnico del club –un tótem-, y llamó en su reemplazo a Alfredo Di Stéfano, quien había dirigido al Valencia de Kempes en los años previos sin buena relación entre ambos: la “Saeta Rubia” había señalado al Matador como uno de los causantes de su despido. Aún así, en el segundo torneo del año, el Nacional, Kempes tuvo raptos de la figura que había sido en el Mundial 78, aunque con interrupciones. Le hizo otro gol a Boca, esta vez de tiro libre en la Bombonera, el mediodía en que River le ganó 3 a 2 –se jugó en ese horario atípico para no interponerse con el horario de una carrera de Carlos Reutemann en la Fórmula 1- y llevaba otros dos tantos –a Guaraní Antonio Franco de Misiones y a Ferro- cuando, en un difícil empate 0 a 0 contra Loma Negra de Olavarría, fue expulsado por el árbitro Abel Gnecco. Lo peor es que, en el informe al Tribunal de Disciplina, el réferi dijo haber recibido insultos del Matador. La sanción fue lapidaria: seis fechas.

Quedaba una jornada para terminar la primera fase y River aún no se había clasificado a los cuartos de final. Con suerte, si su equipo pasaba de ronda y accedía hasta la definición, Kempes podría reaparecer en la revancha de la final. Si no, teniendo en cuenta que en 1982 no jugaría ningún partido oficial para River, hasta allí hubiera llegado lo que sí habría sido un paso discreto. Pero ese “milagro” poco a poco ocurrió: primero, River ganó 2 a 0 a Sarmiento en Junín con goles de los juveniles Roberto Gordon y Pedro Vega y avanzó de fase. Luego, siempre sin Kempes, venció 2 a 1 y 0 a 0 a Rosario Central en los cuartos de final y eliminó 1 a 1 y 0 a 0 a Independiente –el gol de visitante de Daniel Passarella le dio el pase-. La última fecha en la que cumplió la suspensión fue la final de ida, que River le ganó 1 a 0 a Ferro en el Monumental con un gol de Julio Olarticoechea.

¿Qué haría Di Stéfano para la revancha en Caballito, ya el 20 de diciembre? ¿Pondría a Kempes? Sí, el técnico le respetó la titularidad que había perdido tras la expulsión y el Matador tuvo su mejor tarde en River, la que además marcaría su despedida oficial: con una aparición espectacular convirtió de cabeza el gol para el 1 a 0 que certificó el título y cuyo festejo quedaría inmortalizado en la tapa de la revista El Gráfico que tituló como se acostumbraba en la época: “River campeón”. Sin embargo, fue una de las celebraciones más paradójicas de la historia del club: la hinchada, enojada con Di Stéfano porque en las dos finales contra Ferro había prescindido del gran ídolo, Alonso, gritó tanto por el Beto como por el título.

Kempes River

Kempes, en el inicio de 1982, jugaría cinco amistosos veraniegos más, tres en Mar del Plata y dos en Perú (a Alianza Lima le convirtió su último gol). Su despedida previa al Mundial, como la del resto de los futbolistas de River y Boca convocados por César Luis Menotti para España 1982, sería el 6 de febrero en el Mundialista marplatense, en un 1-0 ante Boca que también marcaría la última vez de Maradona de azul y amarillo, aunque, claro, Diego regresaría en 1995. Tras el Mundial, en el que Kempes no tuvo una buena actuación, al igual que Argentina, Aragón Cabrera le informó al Valencia que no podría seguir pagando lo que debía: el Matador dejó River y, tras dos temporadas más en el Valencia, luego seguiría su carrera ya en orden descendente, el Hércules (también España), tres clubes de Austria, uno de la segunda de Chile (Arturo Fernández Vial) y su adiós definitivo en Indonesia.

Mucho más relacionado con Instituto y Central –que le rindió un partido homenaje en 1995 en el que Kempes, a los 41 años, le convirtió un gol de palomita a Newell’s-, la relación entre el Matador y River fue positiva pero no se coció con fuego. Tal vez influyeron que ya no estaba en su esplendor, que River venía en racha positiva –había ganado seis títulos desde 1975-, la comparación con el brillante paso de un ascendente Maradona por Boca –hizo 28 goles en 40 partidos- y la pelea entre Alonso y Di Stéfano que opacó la celebración del Nacional. Pero el Matador –hoy de 68 años- es tan grande para el fútbol argentino que, también para River, supone un orgullo inmenso para su historia, aunque no se haya convertido en ídolo.

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