La película repetida de River: delegar sus alegrías en las derrotas de Boca
La caída ante Estudiantes llegó tras una nueva actuación por debajo de lo esperado. Desde hace meses, el equipo de Gallardo amaga pero no termina de despegar. El miércoles, por la Supercopa Internacional ante Talleres, tendrá una oportunidad para generar un festejo propio.
El 0-2 contra Estudiantes no era necesario para saber que las mayores alegrías de River en los últimos tiempos son las derrotas de Boca. Al gol de John Kennedy para Fluminense en la final de la Copa Libertadores 2023 le siguieron los dos de Agustín Bouzat para Vélez en la semifinal de la Copa Argentina 2024 y, ya esta semana, el increíble triunfo de Alianza Lima en la Bombonera en la fase 2 que eliminó al Xeneize de todas las competiciones sudamericanas de este año.
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River, cada tanto, suma algún festejo propio, como la Supercopa Argentina contra Estudiantes y el Suplentazo ante Boca, ambas el año pasado. Pero el problema de fondo es que pasan los partidos, los meses y hasta el año y el equipo (primero el de Martín Demichelis y ahora el de Marcelo Gallardo) juega por debajo de lo que esperan sus hinchas y del potencial que tiene su plantel millonario.
Con sólo una derrota en sus últimas 22 presentaciones, justo ante River en La Plata a fines de 2024 (un resultado inmerecido, claro, con Franco Armani de figura), Estudiantes muy posiblemente sea el mejor equipo argentino de las competiciones locales de la actualidad (aunque Racing tiene todo el derecho del mundo a sacar pecho por la Sudamericana y la Recopa). En ese contexto, que River haya perdido su invicto de 2025 recién en la octava fecha contra el Pincha no parece grave.
Pero, a la vez, el partido era una buena medida para saber cómo estaba River, en medio de un torneo de 30 equipos con muchos rivales sin calidad, y el examen resultó defectuoso. Es cierto que River tuvo 15 minutos finales del primer tiempo en los que hubo buen volumen de juego, convirtió un gol anulado por centímetros y luego sufrió una expulsión, la de Enzo Pérez, que tal vez con otro árbitro no habría merecido tarjeta roja, pero River no jugó bien.
O mejor dicho: no volvió a jugar bien. Es un equipo que se enciende de vez en cuando, con chispazos aislados. Y marzo ya empezó y son épocas de impaciencia.
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En medio de ese River pasivo, sin frescura ni precisión, el equipo también confundió el camino en los últimos 30 metros: tiró infinidad de centros en el primer tiempo, cuando jugaba Sebastián Driussi (que no es justamente un 9 de área), y dejó de hacerlo en el complemento, cuando estaba Miguel Borja. Hasta la planificación del campo de juego no resultó: entre la lluvia del viernes y el riego previo al partido, muchos jugadores se resbalaron todo el partido.
El miércoles, ante Talleres en Asunción, River tendrá una buena oportunidad para ganar un título y empezar a despegar un año hasta ahora de vuelo bajo. Será por un torneo insólito, resabio del 2023 de Demichelis, la Supercopa Internacional, que vale como título local pero se jugará en el extranjero.
Ese cambalache orgnanizativo no es culpa de River: se trata de un torneo que ya jugó Boca y lo perdió contra el Racing de Gago, otra demostración de que últimamente las alegrías a Núñez son gracias a la desgracia ajena.
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