Racing ha cumplido ocho años de protagonismo, de competitividad y del fin de una era que lo tuvo extraviado en lugares impropios de su historia. Claro que los títulos logrados en este período son pocos (Primera División 2014, Superliga 2018/19 y los Trofeos de Campeones 2019 y 2022), pero son más que en el período 1968-2013 en donde se reunieron las Supercopas Sudamericana e Interamericana en 1988 y el Apertura de 2001, el ciclo más marcado por el desencanto y varios planteles excelentes que no pudieron coronar, como otros que se ubican en el oscurantismo. Compararse con ciertas eras ya no le pertenece a Racing, debe ir por mucho más porque puede.
Es cierto que en este ciclo de ocho temporadas se quedó en la puerta de más titulos, perdió la última Liga en la última fecha, como así también una final con Lanús en 2016, y dos el año pasado ante River y Colón. También ha disputado un torneo internacional por año, y su techo han sido los cuartos de final de las Libertadores 2015 y 2020 y de la Sudamericana 2017. Su gran deuda: trascender la frontera. Y en este cambio de chip, después del doloroso trance que implicó el peor penal de toda su historia, debe armarse para ir por más. Para poder plasmarse con firmeza.
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Esta estrella de Racing no debe ser devaluada por nadie. Reglamentariamente jugó un partido que correspondía, le ganó al otro subcampeón y al último campeón. Y fue un acto de justicia para un equipo que en 2022 sumó 80 puntos en el plano local, se marchó invicto de la Copa de la Liga, marcó un récord propio de 10 victorias en serie luego de más de cinco décadas, obtuvo 28 victorias en todo el año entre toda competición y ganó una final que tanto se le exigía a este cuerpo técnico, a este plantel y a este club. Con el tiempo se valorará más.
Es muy importante ganar un partido de estas características para un plantel roto por la angustia, pero que se puso de pie justo a tiempo. Revirtió el 0-2 con Tigre, revirtió el 0-1 con Boca y siendo un plantel rico, propuesto al juego vistoso, y su destacado romanticismo futbolero, salió de la trampa que lo ejecutaba en finales. Se fue de ese lugar, más allá de la trascendencia del torneo que perdió y la copa que ganó, que lo dejaba en un sitio muy sensible a la hora de volver a encontrarse con otro partido decisivo para coronar.
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Este plantel y este cuerpo técnico dejaron de ser, para muchos de los que definen discursivamente al fútbol, los que hacen todo perfecto para colgarse una medalla y luego se les caen las copas de las manos. Racing produjo un corte clave, en un tramo crucial, ante un rival que lo hace más valioso, detuvo la hemorragia 23 O y se acomoda de otra manera para mirar y laburar el 2023, porque el equipo que mejor jugó en todo el año demostró que sabe ganar una final y ahora, sin ese peso y con ese desahogo, debe saber muy bien cómo reorganiza a un plantel de grandísimo potencial, y ya maduro, golpeado, adulto, experto, evolucionado y más, para volver a ir por títulos más importantes que el que ganó, y que vale, porque es el que abrió a las puertas para todo lo que viene. Y en definitiva, se hizo un poco de justicia.
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