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Roja, amarilla o verde: ¿que luz tiene cada técnico?

Se supone que todos arrancan de cero, pero no. Algunos entrenadores tienen mucha espalda, otros ya son mirados de reojo y hay quienes dependen de los primeros resultados. Sí, la silla eléctrica.

semáforo
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Una vez que termina la locura del mercado de pases y la pelotita empieza a rodar, son pocos los cambios que pueden darse en los planteles. En general, y más allá de que los que salen a la cancha son los jugadores, la lupa se posa sobre los técnicos. Hay alguno nuevo, otros que siguen, entrenadores cuyo sitio parece no correr riesgos y están los que viven en una silla eléctrica permanente. Paradójicamente, o no tanto, hay técnicos que pueden tener mejores performances que otros y aun así ver el cartelito de salida mientras los que supuestamente están peor continúan en sus cargos. La explicación es sencilla: no todos tienen las mismas obligaciones y los contextos influyen.

Un ejemplo para clarificar: es posible que Federico Vilar continúe en Arsenal aun desandando el camino al descenso y que Fernando Gago o Jorge Almirón salgan malheridos de una eliminación en cuartos de final de la Libertadores. Cuando Vilar agarró la conducción en el Viaducto, el equipo ya estaba hundido por una cantidad de malas gestiones previas: la salvación sería milagrosa. En cambio, lo que se espera de Boca -sobre todo- o de Racing es distinto. Boca aspira desde hade 16 años a la Séptima, por más que no le quepan responsabilidades de los 15 años anteriores al actual DT, mientras que Racing busca desde hace mucho ser protagonista en el plano internacional.

Los que tienen luz verde

Por supuesto que la coyuntura puede comerse todo de un par de bocados (o de malos resultados). Pero en principio hay unos cuantos técnicos que parecen gozar de una relativa tranquilidad. Ruben Insua, de San Lorenzo, amado por los hinchas y de quien se considera que hizo más de lo que podía con un plantel corto y sin grandes estrellas. Viene de ser 3º en la Liga y tendrá por delante las dos competencias locales: Copa de la Liga y Copa Argentina. En una situación parecida está Javier Gandolfi, subcampeón con Talleres, el equipo que más le peleó a River el torneo. Eduardo Domínguez enderezó el rumbo de Estudiantes luego del pésimo arranque de Abel Balbo, metió al equipo en zona de copas y sigue adelante en la Sudamericana. Julio Vaccari va por el mismo camino con Defensa y Justicia, que hizo un muy buen torneo y ya está en cuartos de final del segundo torneo continental en relevancia. Frank Kudelka, que había tenido un momento complicado, puso a Lanús en zona de copas y se ganó la renovación de contrato hasta mediados de 2024.

La dupla Orsi-Gómez agarró Atlético Tucumán tras una seguidilla poco feliz de Lucas Pusineri y metió un raid final que ilusiona: sacaron 13 de 15 puntos posibles y están invictos. Pablo Lavallén está arrancando su ciclo en Sarmiento luego de la era Damonte y tiene la confianza de la dirigencia a tope. Un técnico con mucha espalda: Miguel Angel Russo, más allá del golpazo de la eliminación de Copa Argentina contra Chaco For Ever, no corre riesgo en Rosario Central. Gaby Milito tiene un contrato casi de por vida en un Argentinos que avala un proyecto a largo plazo y Daniel Oldrá se ganó su confirmación como DT luego de arrancar como interino en su lugar en el mundo, que es Godoy Cruz (hoy en zona de Sudamericana).

Circular con precaución

Martín Demichelis, el de River, que viene de ser campeón, perfectamente podría integrar el grupo de semáforo verde. A nadie se le cruza por la cabeza un abrupto cese de funciones. Sin embargo, así como de entrada había logrado que la gente no utilizara el grito por Gallardo como un método de protesta, las eliminaciones ante Talleres por Copa Argentina y sobre todo con Inter en la Libertadores dejaron un sabor amargo. Se espera que, fuera de las otras competencias, gane la Copa de la Liga y dé una demostración de que sabe jugar los mata-mata, un escenario en el que no se sintió cómodo.

En este grupo también puede ubicarse a Jorge Almirón, que si bien remontó muchísimas posiciones en la Liga -terminó 7º, pero a 17 puntos del campeón- y está en cuartos de la Libertadores, no termina de generar empatía con el hincha. El equipo es irregular, tiene vaivenes, no hay una base afirmada y ahora deberá encajar en la estructura a los refuerzos que jerarquizaron el plantel. En apariencia, será el último DT de esta primera gestión de Riquelme a cargo del fútbol de Boca, pero ¿quién puede garantizar qué sucederá si Boca queda eliminado ante Racing por no dar la talla?

Del otro lado, con Fernando Gago en Racing, la situación es parecida. Incorporó fuerte y tiene una prueba de fuego en la Libertadores contra Boca. El equipo no anduvo bien en el campeonato local -sufrió muchas lesiones en el camino-, merodeó la mitad de tabla y se le achaca cierto desequilibrio que lo llevó a sufrir, por ejemplo, cuatro goles contra un pobre Nacional de Medellín.

En Belgrano, Guillermo Farré fue ratificado pese a un final pálido y Diego Dabove levantó un poco a Instituto. Los dos dependerán de lo que suceda en el nuevo torneo, más Farré -por la racha negativa- que el DT de la Gloria, que viene en alza. Otro caso especial es el de Gabriel Heinze, un tipo del riñón de Newell's que, sin embargo, no logró los resultados esperados (quedó en la mitad de la tabla, fue eliminado insólitamente por Claypole de la Copa Argentina y terminó fuera de la Sudamericana en un polémico cruce con Corinthians). Algo parecido ocurre con Julio Falcioni en Banfield, cuyos "días más felices" siempre estuvieron relacionados con el Emperador: en situación de riesgo de descenso, nadie mejor que él para hacerse cargo por lo que significa en el club. Martín Palermo (Platense) y Juan Manuel Sara (Tigre) suman con sus equipos los mismos 34 puntos, pero mientras la del Titán es considerada por dirigentes e hinchas como una buena campaña, Sara está cuestionado y serán fundamentales los primeros partidos.

La delgada línea roja

Los casos de los técnicos que pelean por mantener la categoría no son todos iguales, pero los emparenta el descenso tan temido. Vilar, de Arsenal, acaso esté más tranquilo que los otros porque sabe que depende de un milagro. Diego Martínez causó una buena impresión luego del desastre del ciclo Battaglia, pero hoy Huracán estaría jugando un desempate por no caerse de la tabla con el Colón de Pipo Gorosito, que en la semana se regaló una sonrisa eliminando de la Copa Argentina a un rival a priori superior como Lanús. En Unión, el otro club de Santa Fe seriamente comprometido, Cristian González tuvo que hacerse cargo de la orfandad en la Sebastián Méndez dejó al plantel yéndose a Vélez. El Gallego es un hombre del club que fue a poner el hombro y nadie lo discute, pero tiene un desafío bravo. Y lo del Kily también es una herencia pesada, en su caso sin una relación con la institución santafesina.

Sergio Rondina es el elegido para salvar a un Barracas Central de andar irregular pero que está a diez puntos del escalón más caliente. Chirola Romero potenció a sus pibes y con ellos más algún refuerzo -después de un año y medio sin poder incorporar- se la juega a que Gimnasia zafe. Omar De Felippe tratará de salvar a Central Córdoba y uno de sus rivales directos es nada menos que el Independiente de Ricardo Zielinski, con el que empató (y perdió por penales) en la Copa Argentina. El Ruso, resistido por su estilo, no ha logrado levantar al equipo con resultados y si bien nadie de la dirigencia le pidió nada, hace unos días avisó que su renuncia está sobre la mesa. Una bomba de tiempo.

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