Riquelme, del bronce al barro
Nadie le quitará su lugar de máximo ídolo por las alegrías que le dio al pueblo de Boca. Pero ahora está a merced de críticas y elogios como conductor del club.
Riquelme explicó por qué no habilitaron a los refuerzos de Boca
Esta semana Boca y Riquelme estuvieron otra vez en el foco periodístico. Esto se dio cuando se conoció que Román decidió ir hablar con los jugadores y el cuerpo técnico luego del pobre rendimiento que mostró el equipo ante Instituto. Según trascendió, les habría dicho que la pretemporada había terminado y que a partir de ahora debían mejorar. No es la primera vez que el actual presidente habla con el plantel. Recordemos el episodio del micro cuando Sebastián Battaglia era el técnico. No es la idea centrarse en los efectos de esta charla. A la luz del posterior resultado obtenido ante Banfield, podría considerársela como positiva. Pero el tema es otro.
Riquelme es uno de los máximos ídolos de Boca, se ganó ese lugar producto de las alegrías que le dio al pueblo bostero. Ese sitio no se lo va a quitar nadie, pero desde el momento en que eligió involucrarse en la política del club para ejercer el mayor cargo dirigencial, decidió también bajarse del poster y meterse en el barro. Determinación arriesgada y para mí loable. Es por eso que le caben las críticas y también los elogios producto de su gestión.
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Lo enorme que fue el Román futbolista no debería condicionar el análisis de lo que haga como presidente. Él lo sabe y quizás por eso es que, en el ejercicio del poder, les dio otra relevancia a los títulos locales. Algo que no ocurrió cuando opinaba desde afuera. Sus logros en la cancha le concedieron un aura que no lo inmunizan de las fallas groseras, como fue el hecho de no haber anotado los refuerzos para el repechaje ante Independiente del Valle.
El ídolo construyó un camino en donde siempre estuvo presente el amor. Ser dirigente es otro sendero que debe analizarse prescindiendo de lo que fue su primer recorrido. Es difícil, pero corresponde hacerlo. Como jugador muchas veces podía solucionar las cosas solo. Como dirigente depende de una estructura idónea que lo ayude a minimizar el margen de error.
Riquelme no es un presidente normal, al igual que tampoco lo es Verón en Estudiantes. Conoce el mundo Boca mejor que nadie. Para él la Bombonera es el patio de su casa. Es consciente de lo que impactan sus palabras y sus actos. Tiene real dimensión de lo que representa. Cómo desactivar una crisis o profundizarla. En este punto, su lectura política es de gran lucidez, similar a lo que era su lectura del juego.
Es por esto que me parece pertinente hacerse esta pregunta: Al Román del bronce, ¿le hubiera caído bien que un presidente hablara con el plantel después de un mal partido? Me atrevo a decir que no. Y esto él debería tenerlo claro. Si su elección fue introducirse en el barro, se puede manchar. Gobernar implica tomar decisiones. Y si la evaluación de alguna determinación es negativa y por ende objeto de crítica, sus goles, sus asistencias, su talento y el festejo del Topo Gigio, no deberían salvarlo de esa valoración.
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