¿Cuánto sentido tiene analizar un interino? ¿Cuánto sentido tiene analizar un partido contra este San Lorenzo chiquito? ¿Vale la pena detenerse en una hinchada que se dice la más ingeniosa y se divierte con cantitos xenófobos que atrasan no ya hoy sino en cualquier momento de la historia? La final todavía duele. No era lo más importante del año: era lo único. Y pasó, y dejó heridos y heridas y un futuro incierto que puede ser aun más doloroso. Lo trascendente del partido en el Bajo Flores -tierra adoptiva de esta pobre gente nómade, desterrada, sin barrio- es que Boca sigue fuera de la Libertadores 2024. Y ése sería un fracaso estrepitoso para alguien que, como Riquelme, hasta hace poco creía que los torneos locales no existen, y que si sos bueno tenés que ganar la Copa. No estarías siendo muy bueno que digamos, Román. Y ojo que es una opinión basada solamente en lo que vos pensás, eh.
Increíblemente, la Copa Libertadores arrancó con Herrón como interino -demostrando el nivel de improvisación de los responsables del fùtbol- y, cuatro días después de perder con Fluminense, volvimos a las mismas imágenes: Herrón al banco, Riquelme al poder. Una calesita que, como toda calesita, no nos lleva a ningún lado y encima se va hundiendo en la tierra, porque posiblemente en 2024 ni siquiera tengamos la chance de llorar por una final perdida. En el colmo del relato, el otro día el vice ídolo salió a decir que los hinchas están "contentos". Hacía mucho no escuchaba una estupidez semejante. La otra fue defender a Fabra, a quien siempre apoyé y admiré hasta que la evidencia se me hizo carne con un cachetazo. No sólo lo bancó, sino que además aprovechó para pegarle entre líneas al Colo Barco por ser el preferido de la gente que lo aplaude siempre. No estarás celoso, Román, ¿no? ¿O estás caliente porque el pibe no se arrodilla ante vos, Su Majestad JRR?
Sería disparatado analizar al técnico por un partido, pero los pocos rasgos que mostró el equipo son el de la lógica y el conservadurismo. Herrón no armó nada raro: cuatro en el fondo, un rombo bianchista en el medio -con Barco como lo más parecido a un enganche- y dos puntas. Hasta ahí, la visión romanista del fútbol, a la que adherimos los Bosteros en su mayoría. En los cambios, sin embargo, mandó al equipo para atrás. No le hicieron ningún bien las modificaciones, pero eso sí: puso en cancha a los refuerzos -Blondel, Bullaude- que Almirón había dejado incluso fuera el banco en Brasil. Como es apresurado sacar conclusiones de este mini ciclo que tiene pocos partidos por delante -en el mejor de los casos, dos de Copa Argentina y parece que sólo dos más en Copa de la Liga-, sí podemos enfocarnos en algunas cuestiones individuales.
Advíncula está pasando probablemente su mejor momento desde que está en Boca. Es un tren y muestra una jerarquía distinta. Figal puede ser uno de los líderes de la reconstrucción sin mantiene este espíritu, esta vocación, este nivel general. Barco de a ratos es un botecito de goma y por momentos un transatlántico -limpia conducción y linda asistencia a Merentiel. Y el uruguayo menos famoso de la delantera echa por tierra la defensa que muchos hacen de Cavani: la pelota llega poco, pero él aprovecha las chances sin miedo. Ojalá que Edi aproveche la pretemporada para resetear la cabeza y tomar confianza, y por Dios, esperemos que sea algo más que esto que está mostrando, mucho más parecido a un ex jugador que al goleador implacable que supo ser. Los otros reprobados del día son Romero -primer error grave en Boca; por algo no sale en los centros-, Valentini -hipnotizado por la pelota, ni miró a Bareiro en el gol, no lo movió, no lo sacó, nada- y Campuzano, un habitué de los aplazos. Almirón tuvo muchos errores, pero entre los más resonantes está el de haber repatriado a este muchacho considerando que podía ser el 5 de Boca. Una sola jugada lo marca, aunque no haya sido válida: no podés perder una trabada en la puerta del área con el Perrito Barrios, como pasó en el gol anulado. Eso te descalifica.
San Lorenzo vs. Boca: el remate en el travesaño de Nicolás Figal
Y el resto, ahí. Medina necesita levantar y no lo favorece jugar de 8, Saracchi nunca será Fabra -ni para bien ni para mal-, Pol termina por encima de su propio promedio del año. Harán falta varios retoques en adelante: un central zurdo serio que no se lesione tanto ni se haga expulsar permanentemente, un 5 real con voz de mando, un par de jugadores que te limpien en el uno contra uno. Y un técnico, claro. Que si gana la oposición las elecciones será Palermo, y si continúa el oficialismo será otra víctima de Román, llámese como se llame. La verdad, no es el panorama que soñamos para el final de un año duro, en el que además nos tuvimos que bancar que un mediocre como Demichelis nos ganara los dos superclásicos (¿cómo era eso de que se había revertido la tendencia contra River?). Hay que terminar de levantarse, muchachos: haber estado de pie en un escenario tradicionalmente hostil tan poco tiempo después de perder la Copa es una buena señal. Ahora hay que ganar todo lo que queda. Todo, para entrar a la Libertadores. Si llegamos a quedar en puestos de Sudamericana, el Nacional B de la Conmebol, yo cedería con caballerosidad el lugar. Eso le puede interesar a un Arsenal, un Defensa y Justicia. Nosotros somos Boca.
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