Fue goleador en una liga amateur, tuvo una operación en la cabeza y será rival de River
El delantero Manuel Abentín, alias el Chucky, se convirtió en refuerzo de Ciudad de Bolívar en el último mercado de pases y antes de este presente en el que puede debutar en la Copa Argentina, atravesó una vida como cualquier jugador que sueña ser profesional.

Era la madrugada del jueves 12 de septiembre de 2019 cuando Manuel Abentín sintió un fuerte dolor en la cabeza. Él todavía no lo sabía, pero tenía un cavernoma cerebral, es decir, malformaciones vasculares que pueden provocar un sangrado, entre otros síntomas. Pese al malestar, después de almorzar se fue a entrenar con el primer equipo de Juventud Unida de Henderson, que competía en la Liga Pehuajense de Fútbol, pero el cuadro clínico impidió que pudiera finalizar la práctica. Lo llevaron al Hospital Dr. Juan Carlos Aramburu de Pehuajó y tras una tomografía decidieron lo que se suele hacer en el interior del país cuando los especialistas o la tecnología para tratar a ciertos pacientes no es suficiente: derivarlo al Área Metropolitana Buenos Aires, a 399 kilómetros de su ciudad.
Los chequeos médicos y la decisión de operarlo no tardaron en llegar. El lunes siguiente al episodio que sufrió fue intervenido durante aproximadamente ocho horas en el Hospital El Cruce de Florencio Varela. La operación fue un éxito y el Chucky, aquel pibe de 24 años que no paraba de hacer goles, empezaba una larga y compleja recuperación. La pandemia le sirvió para atravesarlo más tranquilo, pero estuvo mucho tiempo fuera de las canchas. Lo que hoy dice que es una anécdota en aquel momento mantuvo en vilo a toda una liga de fútbol. Tan querido era en su pueblo que el posteo de recuperación que hizo en Facebook tuvo 417 me gusta y 88 comentarios.
Abentín nació en 1995 en Henderson, la misma tierra que vio crecer al delantero Claudio Paul Caniggia, el Hijo del viento. Pero los primeros años de su infancia transcurrieron en una ciudad vecina: Pehuajó. Allí integró las Inferiores de San Martín, donde llegó por invitación de Daniel Uriarte, el padre de un amigo, y se mantuvo hasta Sexta, ya que luego su madre decidió volverse al Partido de Hipólito Yrigoyen, que tiene tres cuartos menos de población, apenas 10 mil habitantes. Así fue como empezó a jugar en Juventud Unida, donde tras algunos años irregulares, en 2013 debutaría en Primera.
De chico siempre se desempeñó como delantero y fue dirigido por dos grandes goleadores que pisaron los campos de juego de aquella región: Fernando Urquiza, quien lo tuvo en la Juve, y Mauro Ferracci, en el Santo. “Por ahí no no era un centrodelantero como soy ahora, que no soy un nueve de área, sino más que de acompañar a otro atacante, pero sí puedo jugar de único punta, de extremo o más atrás”, se describe en diálogo con TyCSports.com.

En Juventud no solo logró ser el máximo goleador de la Liga Pehuajense los dos años posteriores a la pandemia, cuando ya se había recuperado de la operación en la cabeza, sino que también coincidió con la última etapa de la carrera del entonces volante Diego Funes, quien hoy es su entrenador en el Club Ciudad de Bolívar, pero en 2018 todavía su zurda se destacaba como una de las más exquisitas del fútbol regional.
Sus goles y destacadas actuaciones le abrieron la puerta para probar suerte en Balonpie, el club de Bolívar en el que se formaron Ignacio Miramón, Alan Lescano y Manuel Panaro, por mencionar algunos, y con el que conquistó la liga local en 2023. Eso le permitió ser parte del plantel que afrontó el Torneo Regional Amateur. Hasta ese momento, el Chucky subsistía gracias a que también trabajaba en el club, pero a mediados de 2024 su carrera y su vida se modificarían por completo: Ferro Carril Sud de Olavarría lo contrató para disputar el mismo certamen. Esa temporada llegó a la final de la Región Bonaerense Pampeana Sur ante Costa Brava, elenco que luego ascendería al Federal A tras vencer a la Comisión de Actividades Infantiles (CAI).
Ese cambio no solo significó competir contra los mejores de la división, sino que le permitió vivir del fútbol, que por primera vez pasaría a ser su único trabajo. Pese a la derrota, Abentín pudo ascender. Es que los tantos que marcó en el elenco olavarriense llamaron la atención de Kimberley, pero en el mercado de pases del último verano se terminó inclinando por el Cele, que este miércoles enfrentará a River en Santiago del Estero por los 32avos de final de la Copa Argentina y ya se posiciona como uno de los candidatos en el Federal A.

Abentín, a quien casi todos lo conocen como Chucky, apodo que le puso su abuela luego de que en una cena familiar levantara un cuchillo que se había caído y le apuntara a la rodilla, no para de soñar, así como lo hizo en 2019, cuando la vida, Dios, los médicos o todos ellos le dieron una oportunidad para superar un delicado momento de salud.
“Obviamente que es el sueño de cualquiera -dice sobre el partido-. Hoy (N. de la R.: por el martes) fue la primera vez en mi vida que viajé en avión. Jugar en un estadio enorme, que va a estar lleno, es el deseo de todo jugador de fútbol”. En la breve conversación en la que no se refiere al resultado, se toma un tiempo más para una reflexión: “Estoy con muchas ganas, pero también tranquilo. No no soy de volverme loco. Si me toca sumar minutos, trataré de disfrutar el momento”.
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