Vuelve el clásico entre Alvarado y Aldosivi: cronología de una enemistad sin precedentes en el fútbol argentino
Así nació la rivalidad entre el Tiburón y el Torito, que se volverán a enfrentar tras 27 años.
La rivalidad entre Aldosivi y Alvarado dentro del campo de juego tiene menos años que los 27 que lleva proscripto el clásico. Casi tres generaciones no vieron el partido que este sábado paralizará a Mar del Plata y volverá a enfrentar a los dos clubes que se midieron por primera vez en 1954, pero la violencia hizo que desde 1997 la Liga Marplatense hiciera posible para evitar otra batalla campal como aquella.
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El cruce que debutará en este siglo ni siquiera es el más histórico de la ciudad costera porque ese lugar lo ocuparon muchos años San Lorenzo y Kimberley (hoy en el Federal A). Aunque ambos ya contaban con una gran cantidad de hinchas, desde 1988 hasta hoy la rivalidad fue en ascenso. Primero dentro del campo de juego y en las tribunas, donde las peleas, goleadas o patadas generalmente se robaban la atención, y luego en la calle, donde los hinchas optaron por los murales para avivar el folclore.
Una de las singularidades de este clásico -entre la muchas particularidades que tiene- , según dicen quienes vieron el inicio de la enemistad, tiene que ver con el apoyo de las barras a otros clubes. En el año en el que comenzaron a reconocerse como clásicos, los simpatizantes del Torito se subieron al paravalanchas junto a los de Deportivo Norte en el cruce con Aldosivi y en la temporada siguiente nuevamente se repitió la presencia de los mismos protagonistas en la misma tribuna, pero la diferencia fue que el rival era Nueva Chicago, que también contaba con banca local: la barra de Aldosivi.
Los años sucesivos, lejos de apaciguar las aguas, provocaron una escalada de rivalidad porque se cruzaron por el título de la liga local en 1990, que fue victoria de Alvarado y argumento de posterior cargada. Después llegaron los partidos de 1994. El del Apertura, que fue en agosto, terminó con una fractura de Roberto Rizzo tras un planchado feroz de un joven Mauro Camoranesi. En el Clausura de ese mismo año, Alvarado presentó un equipo de juveniles para que Aldosivi ganara cómodo con un 13-0 inolvidable y fuera campeón por diferencia de goles ante River de Mar del Plata. ¿La razón? Si el Tiburón no conseguía el título, el Torito se quedaba sin chances de jugar el Argentino A de esa temporada. Lo logró y luego fue eliminado en la primera ronda.
En 1995 se cruzaron por primera vez en un torneo nacional, el Argentino A. En ambos encuentros Alvarado se llevó la victoria por 1-0 y aún hoy esos triunfos, más la final local, son las banderas que plantan en la Brava para demostrar su grandeza.
Pero la rivalidad guardaba dos capítulos más para el historial previo al partido que nunca terminó y el Tribunal se lo dio ganado a Alvarado por 1-0. En 1996, tras una reestructuración del viejo Nacional B -hoy Primera Nacional- la Liga Marplatense recibió una plaza y los dos equipos que ya se habían quedado con el protagonismo absoluto del fútbol local se disputaron el ascenso por haber sido los representantes en el Argentino A el año anterior. Esta vez, la suerte estuvo del lado de Aldosivi, que se aprovechó de un Alvarado con muchas bajas importantes por los problemas económicos que arrastraba y se llevó la victoria en los dos partidos por 2-0. La polémica alrededor de esos enfrentamientos recrudeció cuando el Tiburón, ya en la segunda división, incorporó a seis futbolistas que habían jugado para Alvarado y, según le reveló un exdirigente, cuyo nombre no se publicó, al diario La Capital, la directiva se enteró seis meses antes de la posibilidad del ascenso y, consciente de las dificultades financieras del rival, trabajó en silencio para convencer a esos jugadores de dejar al Torito y ser considerados en el futuro para disputar el Nacional B.
Los 27 años de proscripción hicieron que las goleadas, peleas en las tribunas y denuncias solo sean un viejo recuerdo que muchos simpatizantes, sobre todo los más jóvenes, ni siquiera vivieron, pero en los últimos días en Mar del Plata pareciera haber recrudecido la rivalidad que, fuera de las canchas, siguió latente en cada barrio o pared de la ciudad. Esta noche y hasta que el fixture los vuelve a cruzar, uno de los dos será el dueño de Mar del Plata.
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