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El café que quedó pendiente entre Menotti y Bilardo

Amigos, allegados y hombres del fútbol hablan de sus semejanzas y no tanto de sus diferencias. El acercamiento que no pudo ser.

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Por Germán Bellizzi
Menotti y Bilardo
Una salida en común. Según sus amigos, ninguno hablaba mal del otro.

No se pudo. Quedó un café pendiente que los hubiera acercado. Esa fue la idea de un programa de TyC Sports que tenía como intención reflejar los puntos en común entre César Luis Menotti y Carlos Bilardo. El nexo otra vez iba a ser ese amigo de los dos, el Sapo Roberto Saporiti.

Como una suerte de guiño de justicia divina, el destino quiso que se conociera la muerte del Flaco justo cuando se disputaba la final de la Copa de la Liga. En el minuto de silencio que se llevó a cabo en el entretiempo, los hinchas de Vélez y Estudiantes comenzaron a aplaudir al técnico que se consagró campeón en el Mundial 78. En ese reconocimiento, la parcialidad pincha, tantas veces enfrentada con Menotti por su identificación con Bilardo, homenajeó de manera sentida a una de las leyendas de nuestro fútbol.

Escuelas distintas

Escuelas distintas

Dicen que la muerte humaniza porque nos hace tomar conciencia de la finitud de nuestra existencia. Considero que esta disputa de estilos no le hizo bien al fútbol argentino. Menotti y Bilardo, dos campeones del mundo, se enfrentaron en un duelo dialéctico que resultó negativo

y funcional a ciertos intereses periodísticos. En un momento, la pelea se dio entre periodistas que profundizaron la grieta. Las diferencias existieron y no se trata de borrarlas, pero sí de buscar aquellos puntos de contacto que hubieran permitido el crecimiento de un deporte que forma parte de nuestra identidad. Debido a esto, en el 2022 proyectamos hacer un programa dedicado a focalizar en lo que estos dos entrenadores tenían en común. Entre otras cosas, la enfermedad de Bilardo impidió que pudiéramos terminarlo, pero quedaron los testimonios de algunos de los entrevistados.

Uno de los que participaron fue Patricio Hernández, quien fue dirigido por los dos y escribió un libro con prólogo de Bilardo y epilogo de Menotti. Según él,“Carlos y Cesar fueron de los pocos técnicos que tuve que trabajaban la técnica individual de manera semanal. César hizo un culto de la técnica pero en velocidad. Creo que en ese punto tuvieron coincidencias”.

El trabajo semanal

El trabajo semanal

Roberto Saporiti formó parte, durante el Mundial de 1978, del cuerpo técnico de Menotti, y antes de eso había jugado con Bilardo en Deportivo Español. “Con Carlos nació la amistad en 1963. Él dormía en mi casa y yo en la suya. Conocimos a Gloria, su esposa, una noche que fuimos a bailar enfrente de la cancha de River. Yo conocí al Narigón que pocos conocieron. ¡Cómo nos reíamos! Las diferencias futbolísticas entre la selección de 1978 y la de 1986 fueron mínimas. El Flaco Menotti no inventó el fútbol pero si inventó a la Selección Argentina. Primero organizó todo fuera del campo de juego y después adentro”, rememoró el Sapo.

A partir del vínculo que tenía, Saporiti cuenta que una vez los juntó a cenar. “En 1976 les propuse una cena en mi casa con las esposas. No se habló de fútbol en la mesa. Fue todo anécdotas. Lo que nos reímos. Después pasamos al living y yo hice de moderador mientras estos dos grandes debatían con mucho respeto. Se fueron a las 3.30 de la mañana. Fue una noche espectacular”.

La reunión en la casa de Saporiti

La reunión en la casa de Saporiti

El desencuentro y la pelea entre ambos se dio una vez que Bilardo agarró la Selección. Patricio Hernández recuerda el origen de esta disputa. “Un día la Selección fue a jugar un amistoso a España y César hizo una declaración, dijo que el fútbol argentino estaba 'perdiendo prestigio'. Bilardo contestó: ‘¿qué prestigio si salimos undécimos en el mundial 82? Llegué a la AFA y no había nada’. A partir de ahí el periodismo empezó a agudizar las diferencias con que a uno le gustaba un estilo de música y al otro, uno distinto, y se generó un enfrentamiento. Pero a mí siempre me hablaron bien uno del otro. Carlos en la intimidad no tiene el rencor que demuestran las palabras escritas por periodistas y César era una persona con la que cualquier idea de fútbol se podía conversar y debatir”. Saporiti agrega que “después del 82 empezaron las diferencias. Para mí eso no le hizo bien a la construcción del nuestro fútbol y hubo un grupo de periodistas de un lado y de otro que se prendieron, los dos entraron en el juego y no pudieron salir. Nunca aporté nada a esa disputa porque no ayudó y fueron dos campeones del mundo”.

Cómo surgió la pelea

Cómo surgió la pelea

Otro que trabajó con Menotti y con Bilardo fue el profesor Fernando Signorini, quien con respecto a este tema señaló lo siguiente: “Yo no me meto en la vida de las personas tratando de unirlos ante posiciones más o menos irreconciliables. Creo que uno no tiene que meterse en el medio, pero tampoco alimentar la hoguera. Carlos nunca habló mal de Menotti en mi presencia y nunca César, estando yo, dijo algo en contra de Bilardo. Cuando el horizonte está lejos, el rival parece chiquito, pero cuando nos acercamos al ocaso, miramos para atrás y decimos, '¡mira por lo que me hice problema!'”.

Quizá porque los dos ya estaban viendo el horizonte cerca, porque las diferencias a esta altura de sus vidas no eran tan importantes, existió la posibilidad de que Menotti y Bilardo se juntaran nuevamente. Y en este relato emocionado, Saporiti lo explica con claridad. “En la Copa América de Chile, mi hija mayor Lorena paró en el mismo hotel donde estaba Argentina. Cuando ella entró al lobby, vio a una persona sentada en un banco. Entonces se acercó y le dijo: ‘¿Usted es Bilardo? Yo soy la hija de Roberto Saporiti. Y Carlos se paró y gritó, ‘¡Del Sapo, conocimos a Gloria juntos cuando íbamos a bailar!’ Lorena me comentó que en ese momento Bilardo se expresó con mucha emoción. Esa fue la última noticia que tuve de él antes que le agarrara la enfermedad. Quedó pendiente algo que el Flaco Menotti me manifestó hace unos años, que es que le hubiera gustado tomar un café con Carlos. No se pudo”, concluyó el Sapo secándose las lágrimas.

El café pendiente

El café pendiente

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