No deben ser muchos quienes saben la cantidad de cuadras que separaban al viejo Gasómetro de San Lorenzo de la cancha que Huracán tenía en el cruce de la futura Avenida Chiclana con la calle Alagón. Eran siete, justamente. Eso pasó entre mayo de 1916 -cuando se inauguró el añorado estadio azulgrana sobre Avenida La Plata y el campo que Huracán hizo nacer en 1914 y mantuvo hasta 1923. Sin embargo, el primer partido lo jugaron el 24 de octubre de 1915 en la cancha de Ferro Carril Oeste, donde el futuro Ciclón jugaba de local, porque no tenía casa propia.
Aquella victoria por 3-1 le dio a San Lorenzo el primer empujón para mantenerse arriba en el duelo barrial, aunque Huracán se mudó para 1924 al cruce actual de Luna con Amancio Alcorta e inauguró su templo de madera, luego transformado para 1947 en el Palacio Tomás A. Ducó. Si bien integraron diferentes asociaciones entre 1919 y 1926, los datos señalan cinco victorias azulgranas y dos empates. Hasta 1931, cuando llega la ilegal Liga Profesional (que nunca fue incorporada por la FIFA) el Ciclón ganó tres campeonatos y el Globo se quedó con cinco, fruto de superioridad (junto con Boca) en el certamen de la Asociación Argentina.
El profesionalismo (o el blanqueo de los sueldos que cobraban los jugadores ya en los años veinte) activó la rivalidad y recién en 1932, Huracán pudo vencer a su enemigo deportivo, cuando lo superó por 2-0 como local, gracias a un gol de José Cordero y otro del gran Herminio Masantonio, máximo anotador del Globo en toda su historia. De a poco, la brecha entre uno y otro fue creciendo, pero la rivalidad seguía intacta. Durante 1949 y 1950, Huracán -que podía disfrutar su nueva cancha- tuvo que desempatar ante Lanús y Tigre para evitar el descenso, cosa que consiguió.
En 1950, los jugadores de Huracán y los de Vélez fueron suspendidos masivamente por un insólito acto violento que protagonizaron en Parque Patricios, al tomarse a trompadas y patadas en medio del partido. Con sus titulares marginados, el Globo -apremiado por sus pocos puntos- fue al Gasómetro a jugar el clásico. Ante una multitud, el San Lorenzo se puso rápido 2-0 frente a los juveniles huracanenses con tantos de Uñate y uno en contra de Nappe. Entre los 19 y los 37 minutos del segundo tiempo, el pibe José Vigo, de 20 años, se anotó tres veces en el arco local, gracias a tres asistencias de Alejandro Armoa y dio vuelta el resultado. Se festejó hasta el cansancio y esos dos puntos evitaron el descenso directo del Globito.
Huracán tuvo un ídolo en los años 50, Oscar Coco Rossi. Gambeteador empedernido, muy inteligente para entender el juego, su pase al Ciclón causó sorpresa y malestar entre los socios. Con la ropa azulgrana, Rossi se encargó de ser el asistidor del temible Nene Sanfilippo, el goleador por excelencia del cuadro de Boedo. Otro caso parecido lo tuvo a Alberto Rendo en la misma situación: surgido en Huracán, jugó cuatro años (1959-62) y para 1963, firmaba su contrato en Avenida La Plata. Para transferirlo, la dirigencia pidió dinero y varios jugadores, cosa que San Lorenzo aceptó. Al mismo tiempo, se hizo una asamblea con muchísimos socios y se aprobó -no sin antes surgir acaloradas discusiones- el pase de Rendo de un club a otro.
Durante muchos años, ambos ídolos de Huracán se convirtieron en ídolos del Ciclón, por más que los hinchas sanlorencistas conocían sus amores por el club de Parque Patricios, lo mismo que sucedió con Héctor Bambino Veira, eximio delantero surgido en Avenida La Plata, pero con el corazón dividido entre los dos clubes. Veira jugó en Huracán posteriormente.
Hubo un momento de buenos resultados para los dos rivales barriales: ocurrió entre 1971 y 1975, siendo un poco imprecisos. En ese lapso, San Lorenzo fue bicampeón de 1972 con el Toto Lorenzo como entrenador y Huracán ganó el Metropolitano de 1973 con César Menotti como su emblema futbolístico, además de jugadores de excepción como René Houseman, que llegaba desde la Primera C y los dos cracks de las inferiores, Miguel Brindisi y Carlos Babington. En esos años 70, el Globo ganó 11-10 el pequeño historial, demostrando su crecimiento como equipo. Muy pronto (desde 1980) San Lorenzo sufrió un cataclismo: perdió su Gasómetro y bajó a la vieja Primera B en 1981, recuperando la categoría tras un año en un lugar impensado. A Huracán le pasó lo mismo en 1986 y se demoró cuatro temporadas para volver a la A.
Ya uno no podía hacerle cargadas al otro porque ambos habían estado en la búsqueda del regreso a la A. La rivalidad fue creciendo y la violencia también. Hubo tragedias, como la muerte de Ulises Fernández, asesinado cuando se dirigía con hinchas del Globo hacia el Nuevo Gasómetro, inaugurado en 1993. El hecho se produjo en la previa del choque, el 19 de diciembre de 1997 y el juego se suspendió a los 22m del primer tiempo. Los incidentes se extendieron y hubo casi 150 detenidos. La AFA les dio el partido perdido a ambos clubes.
El nuevo siglo no modificó la tendencia a la intolerancia y la ausencia de público visitante, desde 2007, le quitó el clima de clásico barrial a todos los equipos. Hoy son fiestas del local y su gente, nada más. En cuanto a los números del Siglo XXI, San Lorenzo amplió su ventaja, con una diferencia de seis (11 victorias contra 5) y 13 empates hasta hoy, tomando en juego liga y copas nacionales.
Llevan 188 clásicos, con amplia ventaja del Ciclón (87 a 47) y 54 empates. Siendo local, Huracán pierde con San Lorenzo por 25 a 36, con 28 empates. En cambio, el Ciclón se impone en su casa 46 a 18, con 23 empates.
Si de goleadas hablamos y en los Gasómetros históricos, hay un 6-3 de 1959 para el dueño de la cancha, con tres goles de Sanfilippo y tres de Boggio y un 5-0 de 1995, con doblete del Gallego González, uno de Paulo Silas, otro de Claudio Biaggio y uno del Diablo Monserrat. El Globo recuerda el histórico 5-2 de 1939 cuando jugaban el vasco Lángara y el máximo anotador quemero Herminio Masantonio, que hizo dos. Quizá el dato más fuerte, es que Huracán lleva 12 partidos seguidos sin ganar en territorio azulgrana: van 23 años de sequía, el último éxito ahí se remonta al 9 de diciembre de 2001, gracias al gol de Emanuel Villa, que hizo festejar a todo Parque Patricios.