En el preciso momento en que Leandro Romagnoli, Néstor Ortigoza y el Pichi Mercier levantaron juntos la Copa Libertadores, un rato antes de la medianoche del miércoles 13 de agosto de 2014, muchos hinchas de San Lorenzo lloraron. Otros contemplaron en silencio, como se puede observar maravillado una belleza indescriptible. Algunos miraron al cielo para recordar al ser querido que los hizo cuervo. Y otros tantos se mantuvieron abrazados con sus compañeros de tribuna, en un festejo que sabían sería para toda la vida. Pero seguro ninguno de ellos imaginó todo lo malo que vendría después, que una década más tarde el club iba a acumular ya ocho años de absoluto ostracismo, solo cortado durante la primera temporada de Rubén Darío Insua al frente del club.
El viaje a esa Copa que nos obsesionaba fue sinuoso y arranco con muchísimas turbulencias. El equipo, con el gran Edgardo Bauza a la cabeza, solo había ganado un partido de los primeros cinco de la fase de grupos y llegó a la última fecha necesitado de una goleada contra Botafogo. Fue 3 a 0, con un gol agónico de Nacho Piatti, cuando en la radio escuchábamos un insólito 5 a 4 de Independiente del Valle sobre Unión Española en Chile.
Después, ya con la clasificación en el bolsillo, el Patón declaró esa misma noche en conferencia de prensa una verdad de esas que bien pueden ser bandera: "Ahora para sacarnos van a tener que matarnos". Y tenía razón, porque nadie pudo.
Pasamos a Gremio, que era campeón de Brasil, por penales, en una definición que el DT no vio porque dejó el campo de juego antes del primer penal atajado por Sebastián Torrico. Ante la consulta de por qué no iba a ver los penales, sentenció: "¿Para qué? Si ya ganamos".
Después fue el turno de jugar contra Cruzeiro, subcampeón del Brasileirao, y se pasó con mayor margen tras un global de 2 a 1. En semis, parate por el Mundial 2014 mediante, le hicimos cinco al Bolívar y nos metimos en la final antes de la revancha en La Paz.
La serie decisiva contra Nacional de Paraguay que había sacado a Vélez y Arsenal en llaves previas fue cerrada: en la ida hizo nuestro gol Maurito Matos y la vuelta se definió con un penal del Gordo Ortigoza. Después Kalinski se la llevó al córner y vivimos el mejor momento futbolístico de nuestras vidas.
Tras la conquista, la traición y el ostracismo para San Lorenzo
Luego de ganar la Copa, San Lorenzo siguió siendo protagonista de varios torneos hasta 2017, ahí y ya con la disputa perdida de Marcelo Tinelli por la AFA y con Matías Lammens abocado a la política nacional, el Ciclón quedó a un costado. Hicieron, a fin de cuentas, lo que ninguno de los hinchas del Ciclón hubiésemos hecho, le dieron la espalda al club.
En las tribunas tenemos un himno que reza "te juro que en los malos momentos, siempre te voy a acompañar". Bueno, ellos tal vez nunca la cantaron o se la olvidaron. Y pasaron técnicos improvisados, otros que no funcionaron y jugadores que no estaban a la altura y muchos por los que se pagaron fortunas siderales, y así estamos hoy. Con una comisión directiva nueva, encabezada por Marcelo Moretti, que cometió varios errores no forzados en poco tiempo y tiene la obligación de devolver a este equipo maravilloso y multitudinario al lugar que se merece. A diez años de la Copa ya es tiempo de volver a sonreír.
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