El técnico Juan Carlos Kopriva se lo aclaró al plantel en las últimas horas: más allá de que hay tres categorías de diferencia, Excursionistas no irá a pasear a Santa Fe y mucho menos a cambiar camisetas con las figuras de River. Ascendido meses atrás a la Primera B, el Villero se ilusiona con dar el batacazo en los 32avos de final de la Copa Argentina y ser tapa de todos los diarios.
Ganar en los 90 minutos es el sueño para todos los de Bajo Belgrano. Por una pelota parada, un rebote en el área chica o un contraataque letal. Aunque el plan será aguantar las embestidas del equipo de Martín Demichelis, no dar un milímetro de ventaja e intentar llegar a los penales, instancia en la que todas las miradas se clavan en Nahuel Cajal, quien surgió de las Inferiores del Millonario.
"Estoy con mucha ilusión, con muchas ganas. Tuve la oportunidad de estar ocho años en River, prácticamente toda mi adolescencia. Me crié en los pasillos del club y estuve desde Pre Novena hasta Reserva", dice el marplatense en una charla con Tycsports.com.
Y pone la lupa sobre el próximo rival: "Estamos hablando de uno de los equipos más grandes del continente. La intención es competir, estar a la altura y, si se puede llegar a los penales, bienvenido sea. Pero no es simple. Tenemos que estar concentrados 95 o 100 minutos porque te hacen pagar caro los errores".
Excursio ya sabe lo que es eliminar desde los doce pasos a un club de la máxima categoría. En la misma fase de la edición pasada, le empató la serie a Gimnasia y lo sacó en la tanda gracias a los guantes salvadores de Cajal, quien debió pedir un cambio de horario en su otro trabajo para poder jugar aquel partido en Florencio Varela.
"Durante la pandemia aproveché el tiempo, me formé y recibí de técnico en programación. Justo se me dio la oportunidad de ingresar a otro trabajo. Uno sabe que la carrera del futbolista tiene un cierto plazo", cuenta el N°1. Y suelta entre risas: "Ya hablé con algunos compañeros para que me cubran. La gente de la empresa siempre fue muy cordial conmigo y me dio permiso para jugar".
Es que cuando se dibuje la luna en el cielo santafesino se pondrá el buzo albiverde y saltará al campo de juego del Cementerio de los Elefantes para enfrentar por primera vez en su carrera a la institución que lo cobijó desde los 12 años y que lo dejó libre cuando apenas era un juvenil.
Durante un largo tiempo entrenó bajo la mirada de Ubaldo Matildo Fillol, gloria del fútbol argentino. "Uno siendo adolescente no toma dimensión de tenerlo al lado al Pato, al Tapón Gordillo, a Juanjo Borrelli, a Monetengro, a Luigi Villalba, gente que hizo mucho por River. Pero una vez que crecés te cae", reconoce.
Cada consejo que le dieron lo utilizó mejorar. Así se ganó la titularidad y se convirtió en la voz de mando de un equipo en el que resaltaban las presencias de Gonzalo Montiel, con quien compartía cancha y también pensión, y Ezequiel Centurión, su suplente. "Me voy a cruzar con Centu, pero también con el cuerpo médico, los utileros, los profes... toda gente conocida que me ayudó mucho y con la que tengo una gran relación", indica.
Como todos los pibes que llegan a cruzarse la banda roja, tenía el gran anhelo de debutar en Primera de la mano de Marcelo Gallardo y sentir la "piel de gallina" con el griterío ensordecedor del Monumental. Su etapa en Núñez, sin embargo, terminó en diciembre de 2016, cuando le avisaron que no continuaría al año siguiente.
Lejos de la bronca y el rencor, el arquero decidió marcharse de River en buenos términos y le dedicó una emotiva carta al fútbol amateur: “Solo tengo palabras de agradecimiento de mi para con todos ustedes, luego de todo este tiempo he aprendido muchísimas cosas, más allá de lo futbolístico, que me han formado con honores y siempre creyendo en la superación, en el trabajo individual y colectivo y en el sacrificio para lograr el gran ansiado éxito deportivo”.
Y cerró su escrito en redes sociales: “Me han formado como persona, me inculcaron valores y siempre voy a estar convencido de que River fue mi padrino, que me aconsejó, que me hizo crecer y que me dio todo para que yo sea feliz viviendo y transitando entre sus alrededores como si fuera el patio de mi casa, que así lo siento hoy, que he decidido dar un cambio en mi vida personal y futbolística".
Cruzarse con River a los 26 años y ya con varias batallas del Ascenso encima no será ninguna revancha para Cajal, sino la oportunidad de volver a tener cerca, aunque sea por un rato, la camiseta con la que creció durante toda su adolescencia. "Es un partido muy lindo y hay que disfrutarlo", cierra.
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