Hubo, durante el torneo, algunos síntomas muy explícitos que pusieron seriamente en duda las verdaderas chances de Racing de pelear por el título.
La derrota con Godoy Cruz, asociada directamente a la caída con Agropecuario; el empate ante Arsenal, luego de todas las situaciones creadas; el auto gol de Gómez ante Tigre, en el medio de un partido ganado; los jugadores conservados ante Barracas en All Boys; el brillante primer tiempo ante Boca, que no se materializó en un gol, y la expulsión de Chancalay con San Lorenzo, además del bajísimo rendimiento general que se dio ayer. Todos estas numerosas acciones son, en gran parte, la explicación de por qué un equipo con pinta de campeón, ahora puesta muy en duda, está séptimo con un punto de ventaja sobre San Lorenzo, que juega con la voluntad de un grupo de pibes que están dando la cara en un pésimo momento institucional, y de Boca que supuestamente vive en una crisis profunda y eterna. ¿Entonces...? ¿Racing está para más?... Sí. Y eso es lo que decepciona a los suyos. Pero no puede, ni pudo, ni se sabe si podrá dar el salto.
La Academia ganó uno de los últimos cinco, y seis de 15. Para lo que propuso, jugó, tiene y pretende, es poco. Muy poco. Son números que generan más desconfianza que otra cosa y sobre todo porque se exponen, una vez más, en un momento en donde el equipo estaba llamado a dar un paso clave para meterse de lleno en la pelea por el título. No pasó y Racing puede quedar a ocho puntos de la punta.
Ante San Lorenzo, el equipo de Fernando Gago no tuvo ni la superioridad acostumbrada, ni la falla de definición repetida porque básicamente no contó con situaciones de gol como siempre. De hecho, jugó el peor partido en mucho tiempo.
Cuesta ser excesivamente crítico con un equipo que marchó primero en la tabla anual durante varios meses, perdió recién en agosto su primer partido como local en el fútbol argentino y dejó, a lo largo de muchos partidos, la sensación de ser el que mejor juega. Pero la frialdad de la posición que ocupa y de partidos muy puntuales (River de Uruguay y Argentino Agropecuario, más los penales en las semis de Copa de Liga con Boca, su techo, su mejor versión y la dolorosa caída) lo alejan de las grandes conclusiones positivas.
Gago dijo que se hace cargo y manifestó su convencimiento de pelear hasta el final. Quizá pueda, quizá no. Y ahí está el problema: que lo que ayer era una certeza, hoy es una duda. Y Racing, por propuesta, plantel, presupuesto y comparación con la mayoría de los participantes de la Liga, no está para andar dudando tanto. Es una lástima. Una verdadera lástima que un equipo con tanto potencial no pueda brillar ni pelear como se debe. En fin, ya parece una costumbre.
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