La nadadora Delfina Pignatiello se ha convertido en uno de los símbolos del deporte argentino del último tiempo, gracias a las medallas que consiguió y las importantes marcas que logró. Sin embargo, no todo ha sido color de rosas en su carrera como deportista de alto rendimiento.
En una charla con TEDxRiodelaPlata, la argentina habló de los haters de las redes sociales, se refirió a las presiones que vivió antes, durante y después de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, y destacó la importancia de la salud mental.
La nadadora, que venía de lograr en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 la medalla dorada en 400, 800 y 1500 metros libres y que en los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018 había conseguido preseas de plata en 400 y 800 metros libres, confesó que en un momento llegó a pensar más en las redes sociales y el qué dirán, antes que en la importancia de sus resultados deportivos.
“Después de 9.000 horas de entrenamiento, más de 3.000 zambullidas, cientos de carreras, varias medallas de oro, toco la pared en Tokio 2020 y me doy cuenta de que no hice el tiempo que quería ni terminé en la posición que soñaba y en lo único que pensé en ese momento en qué me iban a decir en las redes sociales ¿Cómo podía ser que lo que más me importara iba a ser la mirada de un montón de personas que no conocía?”, inició contando Pignatiello.
“¿Saben lo que pesa durante meses tu nombre en la portada de los medios ‘prometiendo una medalla’? Parecía que lo único que servía era que entrenara y ganar una medalla, que el resto no servía. Lo peor es que había empezado a creer que no me lo merecía, que no podía disfrutar de haber estado allí, que había dejado de escuchar mis propios deseos”, explicó Delfina.
En tanto, la joven nadadora argentina aseguró que en Tokio se dio cuenta que otros colegas también sufrían mucho las presiones y comenzó a darse cuenta de la importancia de la salud mental. “Me sentía sola hasta que me di cuenta que lo mismo le pasaba a otros atletas. En Tokio 2020 se empezó a alzar la voz, a hablar de temas ocultos como la salud mental y también a romper ese tabú de que éramos súper héroes sin fallas. ¿Saben lo significativo que fue para mí escuchar a Simone Biles, la cara de las olimpíadas, hablar de la presión de la competencia? Ella también estaba sola y ahí aprendí de la importancia de tener una cabeza fuerte para estar bien con uno mismo y con los demás. Ahí empecé a sanar”, aseguró.
Por otro lado, Pignatiello se refirió a las redes sociales y el peso negativo que pueden generar en un deportista. “La exposición en las redes creció y los likes se transformaron en una suerte de aceptación social y yo los buscaba. Los primeros roces con la fama eran divertidos y sin ser masivos los podía controlar. Incluso me di cuenta de que podía motivar a otras personas. También me di cuenta que durante la pandemia podía ayudar a que la gente no se sienta sola ni desanimada”, reconoció.
Asimismo, confesó que “mientras mis amigas preparaban el viaje de egresados, yo me levantaba a las cinco de la mañana para ir a entrenar antes del colegio. Cuando falleció mi abuela, horas antes de los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018, no la pude despedir, el duelo suspendido por representar a mi país. Y cuando finalmente llegué a mi sueño, a un Juego Olímpico, terminé inmersa en una guerra en las redes sociales donde me atacaban sin impunidad detrás de un perfil en Internet, donde me llegaron a decir fracasada de mierda y lo peor es que me lo creí”.
Finalmente contó el cómo salió adelante y cómo está aprendiendo a convivir con las presiones de los demás. “Aprendí por mi cuenta, de frente a los golpes, surfeando prácticamente sola, rodeada siempre de mi familia y de otras personas que no eran especialistas en lo que yo necesitaba. Tuve que aprender la forma de dar notas. De qué decir o no en las redes sociales, de cómo tratar una oleada de odio, de entender que las redes sociales era un tema artificial, que después en la vida real no me pasaban esas cosas y sufría esos ataques. Esto para mí fue un gran descubrimiento. Como otros atletas, tuve que aprender a convivir con las presiones y expectativas de lo demás”.
Asimismo, aseguró que “creo que lo que me pasó a mí y a otros no es inevitable. Creo que es posible crear mejores barreras de contención con profesionales de distintos ámbitos para ayudar a la persona que hay detrás del atleta de alto rendimiento”. Y añadió: “Es cuestión de posar las miradas donde realmente hay que hacerlo y eso es lo que estoy tratando de hacer. Ver a la Delfi persona, no solo a la deportista. De poder valorar a ambas, de darme cuenta que cuando me zambullo al agua y sigo la línea negra en el fondo de la pileta, tengo que tratar de nadar lo mejor que pueda, pero cuando se acerca esa pared final, cuando llega el momento de tocarla y saco la cabeza del agua, lo único que tengo que mirar es a mi familia, a mis amigos, a mi abuela y a la Delfi peque que solo quiere jugar y que a salir corriendo para volver a tirarse al agua”.