Para esto vino Gabriel Ávalos a Independiente. Más allá del sacrificio y el incansable despliegue en el frente de ataque desde su llegada, le estaban reclamando goles y por fin llegaron. En poco más de dos semanas, el delantero paraguayo se destapó y hoy lo disfrutan en Avellaneda.
Basta con repasar sus estadísticas en los metros finales de la cancha. El N°9 participó directamente de cuatro de los últimos seis tantos del Rojo en la temporada: marcó en el empate 1-1 ante Tigre en Victoria, en el triunfo 3-1 sobre Riestra en el Libertadores de América-Ricardo Enrique Bochini y en el 2-0 Lanús en el Sur contabilizó un grito y una asistencia.
Los grandes delanteros, pese a estar afrontando una larga sequía, no pierden las mañas ni la memoria goleadora. Saben que, tarde o temprano, terminan sacudiendo las redes. Eso le pasó a Ávalos, quien llegó a principios del 2024 desde Argentinos Juniors y tardó un tiempo en hacer pie. De hecho, antes de disfrutar de esta racha, había convertido solo cuatro goles en sus primeros ocho meses en el club...
Este gran presente, al margen de su experiencia y jerarquía ofensiva, tiene mucho que ver con sus acompañantes de ataque. El técnico Julio Vaccari se la jugó por un esquema y le dio resultados: decidió plantarlo en el área y rodearlo de dos extremos punzantes y movedizos como Diego Tarzia y Santiago Montiel, quien lo asistió en dos fechas consecutivas.
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