La muerte de Juan María Traverso, el último sábado a sus 73 años, dejó al automovilismo argentino sin uno de sus grandes referentes. Es que el Flaco fue un verdadero prócer para todos los fierreros y este domingo tuvo homenajes a la altura de lo que fue. Primero en el Autódromo de Termas de Río Hondo, donde se llevó a cabo una emotiva jornada del TC. Y luego recibió el último adiós en su Ramallo natal.
Familiares, amigos y viejos compañeros de carreras se acercaron a la Parroquia Cristo Salvador y despidieron a la leyenda, que fue campeón en seis oportunidades dividas entre sus pasos con Ford y con Chevrolet en el Turismo Carretera, siete veces en el TC2000 (1986, 1988, 1990, 1991, 1992, 1993 y 1995) y tres en Top Race (1998, 1999, 2003).
Además de las lágrimas por la insondable pérdida del Flaco, también abundaron los gratos recuerdos. Como el de Nicolás Iglesias, último acompañante campeón en el TC en 1999: "Yo era el espectador número uno de la magia que tenía en el auto de carrera. No me arrepiento del tiempo que pasó porque lo aproveché al máximo. Lo voy a extrañar mucho".
Ni el frío ni la lluvia impidieron que cientos de personas le den su merecida despedida en su ciudad. El velatorio duró alrededor de cinco horas antes de que fuera cremado, por lo que no hubo entierro formal sino una ceremonia íntima por parte de sus seres queridos.
La leyenda de Juan María Traverso
Traverso nació en 1950 en Ramallo y toda su vida estuvo ligado al deporte motor al debutar solo con 22 años y correr regularmente hasta la temporada 2005, sin perder el ritmo en ningún momento sin importar los grandes cambios que atravesó el Turismo Carretera durante ese periodo de tiempo.
El Flaco logró consagrarse campeón en seis oportunidades dividas salomónicamente entre sus pasos con Ford y con Chevrolet en el Turismo Carretera, siete veces en el TC2000 (1986, 1988, 1990, 1991, 1992, 1993 y 1995) y tres en Top Race (1998, 1999, 2003). Sus primeros dos consagraciones fueron con el Óvalo en en las temporadas 1977 y 78, tras sendas batallas por el título que se le escurrieron sobre el final, antes de convertirse en un ícono nacional con su recordado Chevy color violeta (por el patrocinio que llevaba en esos tiempos), con dominó y logró consagrarse campeón en las temporadas 1995/96 y 97 antes de regresar a su primer amor, donde tendría un subcampeonato y un último título en 1999.
Traverso también quedó impregnado en la memoria por su forma de ser tanto adentro como afuera de la pista. Además de ser un piloto temerario, cuando estaba abajo del auto no tenía miedo de decir lo que pensaba y eso le significó muchas idas y vueltas con otros pilotos a lo largo de los años, lo que también le transformó en uno de los personajes más icónicos en el deporte nacional.