La empuja con mucha sutileza una pierna izquierda de un chico de 17 años, 10 meses y siete días, que luce una melena lacia que le llega casi a los hombros, con una remera y un short muy holgados, como si su ingreso no hubiera sido planificado o como si no habría talle para un cuerpo tan diminuto. Es 1 de mayo de 2005 y Lionel Messi convierte su primer gol profesional ante Albacete, tan solo cuatro minutos después de haber entrado a la cancha.
Falta poco para que el partido termine con dos goles a favor del Barcelona. Sin embargo, Raúl Valbuena, el arquero del equipo perdedor, considera que tuvo una gran actuación y pedirá, no bien termine el partido, llevarse esa pelota.
"Ese día el balón dio la casualidad que me lo llevé y lo tengo firmado por toda la plantilla del Albacete. Al principio era un balón por el partido que hice allí, después resultó ser la pelota del primer gol de Messi. Le dije al que estaba de delegado de campo que me lo llevaba porque había hecho un buen partido y que era de recuerdo", rememora Valbuena casi 18 años después del suceso en diálogo con TyCSports.com.
Después de mil partidos y 779 goles de la Pulga, esa pelota pasó a tener un valor totalmente distinto, el cual el arquero nunca llegó a imaginar. Mientras Ronaldinho, Messi y sus compañeros disfrutaban de los tres puntos conseguidos y de quedar muy cerca del título con el que cortarían una racha de seis años sin ganar la liga, Valbuena se llevaba el trofeo más preciado de aquel día.
El exfutbolista revela que se han puesto en contacto muchas veces con él para comprarle la pelota. "Son cosas para no decir", exclama con una risa de orgullo cuando piensa en la plata que le han ofrecido.
En Madrid se ubica el restaurante Asador Donostiarra. En las paredes cuelgan infinidades de cuadros con fotos de jugadores famosos que han visitado el lugar, como Xabi Alonso, Iker Casillas, Roberto Carlos y Cristiano Ronaldo, entre otros.
En un sector del salón, con una palidez encandiladora, resalta una pelota que está guardada en un cofre transparente, para que nadie si quiera pueda tocarla. A su izquierda, se distinguen los guantes del exarquero de Albacete.
Luego de haberse retirado, de haber entrenado en Zaragoza y de haber sido el jefe en el departamento de análisis con Zidane, Valbuena mantenía la pelota en su casa, rodeada de recuerdos del fútbol, hasta que decidió dársela al restaurante.
Mientras se dedica a proyectos relacionados con la formación en el fútbol, el exarquero evoca los tiempos en los que escuchaba hablar de un chaval en el Barcelona que tenía talento, algo raro, según remarca, debido a que los jugadores de Primera no salían a hablar de futbolistas de la cantera. Sin embargo, probablemente nunca imaginó que iba a tener un objeto tan valioso de ese, hasta entonces, poco conocido sujeto.
Foto: @asadordonostiarra; Getty Images; El Periódico.
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