El excéntrico arquero campeón del fútbol argentino que cría caballos y compró la casa de un expresidente para convertirla en un hotel
El polémico guardameta que tuvo pasos por River, Racing, Vélez y los clubes de La Plata, hoy vive en el campo y se apasionó por la hípica.
Recordado por la patada criminal a Rodrigo Palacio en la Copa Libertadores 2007, por una discusión con un alcanzapelotas en Córdoba, por una agresión al árbitro Sergio Pezzotta, entre otras polémicas; aunque también por sus atajadas importantes en Vélez, Gimnasia -club de sus amores-, o Boca Unidos, Gastón Sessa quedó en la memoria de los amantes del fútbol argentino como uno de los arqueros más excéntricos del último tiempo. Sin embargo, su vida fuera de las canchas es totalmente distinta. Tuvo miedo de caer en la depresión luego de retirarse, pero encontró un cable a tierra en el campo y en los caballos. Además, adquirió la casa de un expresidente para hacer un hotel. Conocé su nueva vida.
Como profesional colgó los botines a sus 43 años, en el 2016, cuando defendía los colores de Villa San Carlos, aunque luego atajó algunos partidos para el Club Atlético Chascomus, equipo que milita en el Ascenso Regional. Tuvo temor a sufrir las consecuencias del retiro, en una profesión muy cruel con los que deciden dejar de jugar. Pero rápidamente encontró una salida alejado de la ciudad. "El campo me ayudó a tener un retiro espiritual del fútbol, algo que temía porque no sabía cómo manejaría la falta de adrenalina. Toda mi vida fue ‘fútbol y yo’. Tuve mucho miedo de caer en la depresión. Pero irme al campo resultó ser la mejor decisión de mi vida”, le contó a Infobae.
Una vez asentado en Chascomús, se adentró en otra de sus pasiones: los caballos de carrera. Adquirió los primeros en el año 2014 y ahora posee más de 20. Tiene un haras de pura sangre llamado Sauce Grande. Disfruta del crecimiento de los animales y de ponerlos a punto para competir: “Desde que la yegua queda preñada hasta que el potrillo debuta, es un proceso largo pero hermoso. Y un día finalmente los veo debutar; después de años, empiezan a correr en los grandes hipódromos. Esa sensación de ver cruzar un caballo tuyo, que lo criaste y viste crecer, es lo máximo a lo que uno puede aspirar". Viendo correr a sus caballos recuperó la adrenalina que le daba el fútbol, esa que tenía miedo a perder tras el retiro.
Antes de entrar en el mundo del turf y la hípica, el Gato tuvo un particular emprendimiento con su padre: la cría de ranas. Igualmente no duró mucho, ya que se hallaban muy cerca de las siete lagunas y el agua no era la ideal para realizar esta práctica.
Otro proyecto curioso en el que se adentró el exguardameta fue el de gestionar un hotel boutique. Lo particular es que no adquirió cualquier terreno, sino que compró la casa del expresidente Raúl Alfonsín. Hoy en día Casa Laurel es uno de los más bonitos y prestigiosos de Chascomús, ya que se encuentra en el casco histórico y cuenta con todas las comodidades.
Con su nueva vida, Sessa encontró una combinación perfecta. No pierde la adrenalina y la pasión que sentía con el fútbol, pero halló la tranquilidad que necesitaban tanto él como su familia. Además, superó uno de sus mayores temores: la depresión post-retiro, algo que asecha a la gran mayoría de los futbolistas y no todos pueden sobrellevarlo con la naturalidad con la que lo hizo el Gato.
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